25 feb 2009
Arte Romanico
Desde mi enciclopedia:
"La denominación de arte románico se aplica al conjunto dr manifestaciones artísticas que se produjeron en europa, en la área que ocipa el territorio romano de occidente, entre los siglos XI y SIII. la voz románica, lo mismo que la de romance empleada en ligüistica, se deriva de romanice, que quiere decir "a la manera de los romano", o sea, a lo latino, usada en la Edad Media para indicar los usos y costumbres de los pueblos latinizantes en oposición a los de los germanos. Así como legua romance equivale a idioma neolatino, puede decirse que arte romanico significa "arte neolatino"."
El Arte románico fue un estilo predominante en Europa en los siglos XI, XII y parte del XIII. El románico supone el arte cristiano, agrupando las diferentes opciones que se habían utilizado en la temprana Edad Media (romana, prerrománica, bizantina, germánica y árabe) y consiguiendo formular un lenguaje específico y coherente aplicado a todas las manifestaciones artísticas. No fue producto de una sola nacionalidad o región, sino que surgió de manera paulatina y casi simultánea en Italia, Francia, Alemania y España. En cada uno de estos países surgió con características propias, aunque con suficiente unidad como para ser considerado el primer estilo internacional, con un ámbito europeo.
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Arte Paleocristiano y Bizantino
Se denomina arte paleocristiano al estilo artístico que se desarrolla durante los cinco primeros siglos de nuestra era, desde la aparición del cristianismo, durante la dominación romana, hasta la invasión de los pueblos bárbaros, aunque en Oriente tiene su continuación, tras la escisión del Imperio, en el llamado arte bizantino.
En Occidente, Roma es el centro y símbolo de la cristiandad, por lo que en ella se producen las primeras manifestaciones artísticas de los primitivos cristianos o paleocristianos, recibiendo un gran influjo del arte romano tanto en la arquitectura como en las artes figurativas. Lo mismo que la historia del cristianismo en sus primeros momentos, en el arte se distinguen dos etapas, separadas por la promulgación del Edicto de Milán por Constantino en el año 313, otorgando a los cristianos plenos derechos de manifestación pública de sus creencias.
Artes figurativas paleocristianas
Tanto en la pintura como en la escultura, la valoración de los primitivos cristianos se dirige al significado de las representaciones más que a la estética de las mismas. El carácter simbólico se impone a la belleza formal. El repertorio de las representaciones pictóricas se encuentra básicamente en las catacumbas, decorando sus muros.
Los temas son muy variados. Muchos representan a animales cargados de simbología cristiana, paloma, ciervo, pavorreal, o signos acrósticos con un gran significado teológico. Destacan entre ellos el Crismón, monograma formado por las dos primeras letras griegas del nombre de Cristo, XR, junto a la alfa α y la omega Ω, primera y última letra del alfabeto griego, significando el principio y el fin. A estas letras se solía añadir la cruz y todo ello era encerrado en un círculo. En este signo existe un simbolismo cosmológico, la rueda solar, con la idea de Cristo. La combinación del círculo, con el monograma y la cruz representa a un Cristo como síntesis espiritual del universo, como la luz que alumbra las tinieblas del paganismo grecorromano sobre las que triunfa. Ya Constantino los utilizó en sus estandartes, en el Lábaro constantineano como señal de victoria.
En la iconografía paleocristiana aparecen otros temas paganos como el de Orfeo, ahora transformado en Cristo, o el tema del «Buen Pastor», variante del Moscóforo griego.
En la escultura, su mejor muestra se encuentra en los relieves de los sarcófagos. Los temas representados en la etapa de persecución eran los geométricos, astrales y zoomorfos, con molduras sinuosas y cóncavas (estrigilos).
Después del año 313 los temas figurativos son las más frecuentes, inspirados en los modelos romanos, en los frentes de los sarcófagos aparecen relieves, que si en un principio siguen la estética clásica, como en el Sarcófago de Probo, luego se estereotipan las formas en esquemas planos y figuras de igual tamaño, encajadas en los espacios que determina un estructura de arcos que unifican la escena.
Los temas de los sarcófagos se refieren a la vida de Cristo y a escenas del Antiguo Testamento (Daniel entre los leones, sacrificio de Abraham, Adán y Eva, etc.). Entre los sarcófagos más importantes se encuentra el de Junio Basso, en el Vaticano o el Dogmático o de la Trinidad en el museo Laterano.
Hasta el año 313, el arte escultórico de los cristianos se centró en la excavación de las catacumbas y el reforzamiento de sus estructuras. Éstas eran cementerios romanos, excavados, en un principio, en los jardines de algunas casas de patricias cristianos, como las de Domitila y Priscila en Roma. Más tarde en el siglo V, y ante el aumento de creyentes, estos cementerios se hicieron insuficientes adquiriendo terrenos en las afueras de las urbes donde surgen los cementerios públicos, en los que se excavan sucesivos pisos formando las características catacumbas que ahora conocemos.
La primera vez que se aplicó el término catacumba es a la de San Sebastián en Roma. El cementerio o catacumba se organiza en varias partes: estrechas galerías (ambulacrum) con nichos longitudinales (loculi) en las paredes para el enterramiento de los cadáveres. En algunos enterramientos se destacaba la notabilidad de la persona enterrada, cobijando su tumba bajo un arco semicircular (arcosolium).
En el siglo IV en el cruce de las galerías o en los finales de las mismas se abrieron unos ensanchamientos (cubiculum) para la realización de algunas ceremonias litúrgicas. Las catacumbas se completaban al exterior con una edificación al aire libre, a modo de templete (cella memoriae) indicativa de un resto de reliquias que gozaban de especial veneración. Entre las catacumbas más importante, además de las ya citadas, destacan las de San Calixto en Santa María en Trastevere, Santa Constanza y Santa Inés en Sanctis Agnetis in Agone, todas ellas en Roma, aunque también las hubo en Nápoles, Alejandría y Asia Menor.
Arte paleocristiano en España
El arte paleocristiano en España constituye la etapa final de la influencia romana. El cambio cultural que se opera durante los siglos II al IV tuvo en la Península poca vigencia, pues las invasiones de los pueblos germánicos se inician en el año 409. Pese a ello, y cada vez más, han aparecido abundantes testimonios de la vitalidad del arte paleocristiano hispano.
En arquitectura hay que citar las casas patricias de Mérida y Fraga, adecuadas al culto, en Ampurias, una basílica de una nave, en San Pedro de Alcántara, en Málaga una basílica con dos ábsides contrapuestos, y en Lugo la iglesia subterránea de planta basilical de Santa Eulalia de Bóveda. Edificios funerarios los hay en La Alberca, en Murcia y sobre todo el mausoleo de dos cámaras cubiertas por cúpulas en Centcelles (Tarragona).
La escultura de la época se halla especialmente representada por los sarcófagos decorados con temas del Crismón, estrígilos, escenas bíblicas y representaciones alegóricas. Entre ellos se destacan el de Leocadius en Tarragona y el de Santa Engracia en Zaragoza. También se conservan algunas estatuas exentas, como varias con el tema del Buen Pastor, laudas sepulcrales y mosaicos que por su técnica y sentido del color siguen los modelos romanos.
Arte bizantino
El arte bizantino es una expresión artística que se configura a partir del siglo VI fuertemente enraizada en el mundo helenístico como continuador del arte paleocristiano oriental. En sus primeros momentos se consideró como el conservador natural en los países del Mediterráneo oriental del Imperio Romano, siendo transmisor de formas artísticas que influyen poderosamente en la cultura occidental medieval. Los períodos del arte bizantino se ajustan, como es natural, a las grandes fases de su historia política.
Este Imperio se originará en 395 cuando Teodosio dividió entre sus dos hijos, Arcadio y Honorio, el Imperio Romano. Dejando a Arcadio el Imperio de oriente. Este hecho va a dar origen al que será el Imperio Bizantino, que tiene ya como capital Constantinopla, ciudad fundada por el emperador Constantino. Debido a su priviligeada situación y a la caída del Imperio Romano de occidente en poder de los barbaros, pronto será la capital cultural por excelencia en el mundo occidental. Así nace el arte bizantino como confluencia de los estilos griegos, helenísticos, romanos y orientales.
Los períodos del arte bizantino se ajustan, como es natural, a las grandes fases de su historia política.
Desde comienzos del siglo V se va creando un lenguaje formal artístico propio y diferenciado del que se mantiene en el Imperio de Occidente. Más tarde, en la época de Justiniano I (527-565) se inicia la primera etapa específicamente bizantina: es la Primera Edad de Oro que comprende los siglos VI y VII, es la etapa de formación del arte bizantino en sus aspectos formales básicos.
Arquitectura bizantina
En la Primera Edad de Oro, época de Justiniano I, siglo VI, se realizan las más grandiosas obras arquitectónicas que ponen de manifiesto los caracteres técnicos y materiales, así como el sentido constructivo que caracteriza el arte bizantino de este período.
Del mundo romano y paleocristiano oriental mantuvo varios elementos tales como materiales (ladrillo y piedra para revestimientos exteriores e interiores de mosaico), arquerías de medio punto, columna clásica como soporte, etc. pero también aportaron nuevos rasgos entre los que destaca la nueva concepción dinámica de los elementos y un novedoso sentido espacial y, sobre todo, su aportación más importante, el empleo sistemático de la cubierta abovedada, especialmente la cúpula sobre pechinas, es decir, triángulos esféricos en los ángulos que facilitan el paso de la planta cuadrada a la circular de la cúpula. Estas bóvedas semiesféricas se construían mediante hiladas concéntricas de ladrillo, a modo de coronas de radio decreciente reforzadas exteriormente con mortero, y eran concebidas como una imagen simbólica del cosmos divino.
Otra aportación de gran transcendencia fue la decoración de capiteles, de los que hubo varios tipos; así, el de tipo teodosiano es una herencia romana empleado durante el siglo IV como evolución del corintio y tallado a trépano, semejando a avisperos; otra variedad fue el capitel cúbico de caras planas decorado con relieves a dos planos. En uno y otro caso era obligado la colocación sobre ellos de un cimacio o pieza troncopiramidal decorada con diversos motivos y símbolos cristianos.
En la tipología de los templos, según la planta, abundan los de planta centralizada, sin duda concordante con la importancia que se concede a la cúpula, pero no son inferiores en número las iglesias de planta basilical y las cruciformes con los tramos iguales (planta de cruz griega).
En casi todos los casos es frecuente que los templos, además del cuerpo de nave principal, posea un atrio o narthex, de origen paleocristiano, y el presbiterio precedido de iconostasio, llamada así porque sobre este cerramiento calado se colocaban los iconos pintados.
Escultura bizantina
La plástica escultórica bizantina supuso la culminación del arte paleocristiano, manteniendo sus técnicas y su estética de progresivo alejamiento de las cualidades clásicas: la mayor rigidez, la repetición de modelos estereotipados, la preferencia del bajorrelieve a las obras de bulto redondo y el uso de materiales ricos (marfil) que proporcionan pequeñas piezas, son los caracteres más destacados de la estatuaria bizantina de la primera etapa.
Tras la sistemática destrucción del período iconoclasta hay una vuelta al culto de las imágenes, pero para no caer en la idolatría y por influjo de las nuevas corrientes islámicas desaparece la figura humana en la estatuaria exenta.
Las obras más destacadas son las labores ornamentales de los capiteles con motivos vegetales y animales afrontados como son los de San Vital de Rávena o los sarcófagos de la misma ciudad en los que se representan los temas del Buen Pastor.
Pero las obras capitales de la escultura bizantina son las pequeñas obras, dípticos y cajas, talladas en marfil, destacando el díptico Barberini, Museo del Louvre, del siglo V, o la célebre Cátedra del obispo Maximiano, en Rávena, tallada hacia el año 533 sobre placas de marfil con minucioso trabajo.
Mosaico y pintura bizantinos
El gusto por la riqueza y la suntuosidad ornamental del arte bizantino, eminentemente áulico, exigía el revestimiento de los muros de sus templos con mosaicos, no sólo para ocultar la pobreza de los materiales usados, sino también como un medio para expresar la religiosidad y el carácter semidivino del poder imperial (cesaropapismo).
De la Primera Edad de Oro destacan el conjunto más importante es el de Rávena, que enlaza con los mosaicos paleocristianos del siglo V: en las iglesias de San Apolinar Nuevo y San Apolinar in Clase se cubre sus muros superiores con mosaicos que representan, en la primera un cortejo procesional, encabezado por los Reyes Magos, hacia la Theotokos o Madre de Dios, en la segunda, en el ábside, se muestra una visión celeste en la que San Apolinar (de Ráven) conduce un rebaño.
La obra maestra de del arte musivario, es sin duda alguna, el conjunto de mosaicos de San Vital de Rávena, compuestos hacia el año 547, y en los que se representan varios temas bíblicos y en los laterales del ábside los grupos de Justiniano I y de su esposa Teodora con sus respectivo séquito.
Terminada la lucha iconoclasta, a mediados del siglo IX es cuando verdaderamente se configura la estética bizantina y su iconografía. Surgirá una nueva Edad de Oro, la segunda, que supondrá el apogeo de las artes figurativas, irradiando sus influjos al arte islámico, por entonces en formación, y al naciente arte románico europeo.
Las figuras acusan una cierta rigidez y monotonía, pero muy expresivas en su simbolismo, con evidente desprecio del natural y las leyes espaciales; son alargadas y con un aspecto de cierta deshumanización.
Arte Islamico
Por arte islámico se conoce el estilo artístico desarrollado en la cultura generada por la religión islámica.
El arte islámico tiene una cierta unidad estilística, debido al desplazamiento de los artistas, comerciantes, mecenas y obreros. El empleo de una escritura común en todo el mundo islámico y el desarrollo de la caligrafía refuerzan esta idea de unidad. Concedieron gran importancia a la geometría y a la decoración que podía ser de tres tipos:
- Caligráfica: mediante versículos del Corán.
- Lacería: mediante líneas entrelazadas formando estrellas o polígonos.
- Ataurique: mediante dibujos vegetales.
En arquitectura, crearon edificios con funciones específicas tales como mezquitas y madrasas, siguiendo el mismo patrón básico, aunque con diferentes formas. Prácticamente no hay arte de la escultura pero las realizaciones de objetos de metal, marfil o de cerámica, alcanzan con frecuencia una alta perfección técnica. Existe también una pintura y una iluminación en los libros sagrados y profanos.
Para designarlo también se aplica incorrectamente el término arte árabe. Este error procede de una inexacta utilización de su significado puesto que de las dos acepciones del término árabe, una es étnica, y por lo tanto aplicable a los naturales de Arabia, mientras que la otra es lingüística, estando en relación con aquellos que hablan la lengua árabe. El arte musulmán o arte islámico de la Península Ibérica recibe la denominación de arte hispanomusulmán.
El arte omeya
Bajo los Omeyas, la arquitectura religiosa y civil crece con la introducción de nuevos conceptos y diseños. De este modo, el plano árabe, con patio y sala de oración hipóstila, se convierte en un plano-modelo a partir de la construcción, en el lugar más sagrado de la ciudad de Damasco - en el antiguo templo de Júpiter y en el lugar donde estuvo la Basílica de San Juan Bautista - de la Gran Mezquita de los Omeyas. El edificio fue un importante hito para que los constructores (y los historiadores del arte) situaran allí el nacimiento del plano árabe. Sin embargo, recientes trabajos de Myriam Rosen-Ayalon nos sugieren que el plano árabe nació un poco antes, con el primer proyecto que se hizo para construir la Mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén.
La Cúpula de la Roca en Jerusalén es, sin duda, uno de los edificios más importantes de toda la arquitectura islámica, caracterizado por una fuerte influencia bizantina ( mosaicos con fondo de oro, plano centrado que recuerda el del Santo Sepulcro ), pero que ya tiene elementos puramente islámicos, como el gran friso con inscripciones religiosas del Corán. Su modelo no se propagó, y el que Oleg Grabar considera como el primer monumento que fue una gran creación estética del Islam, quedó sin posteridad.
El arte Abbasida
Con el desplazamiento de los centros de poder hacia el este, dos ciudades que serían sucesivamente capitales del Califato cobraron gran importancia: Bagdad y Samarra en Iraq. La ciudad de Bagdad no ha podido ser excavada porque está cubierta por la ciudad comtemporánea. La conocemos por varias fuentes, que la describen como una ciudad circular en cuyo centro se construyeron grandes mezquitas y palacios. Samarra ha sido objeto de varias excavaciones, especialmente de Ernst Herzfeld y más recientemente de Alastair Northedge. Creada por al-Mutasim, en el año 836, abarca unos treinta kilómetros 2, y tenía además de muchos palacios, dos grandes mezquitas y varios cuarteles. Abandonada definitivamente a la muerte de al-Mutamid en el año 892 nos ofrece un hito cronológico fiable.
Samarra nos ha proporcionado una gran cantidad de mobiliario, especialmente estuco que servía como decoración arquitectónica y cuyos motivos pueden servir para la datación aproximada de los edificios. El estuco también se encuentra en el arte mobiliario desde el Egipto tulunida hasta Irán, sobre todo acompañando a la madera en la decoración.
La época medieval (siglo IX – siglo XV)
Desde el siglo IX el poder de la dinastía Abbasida es desafiado en las provincias más alejadas del centro de Iraq. La creación de un califato chií rival, el califato de la dinastía Fatimida, seguido del califato de los Omeyas de España, dio cuerpo a esta oposición. También aparecieron pequeñas dinastías de gobernadores autónomos en Irán.
España y el Magreb
La primera dinastía que se instaló a España ( o Al-Ándalus) fue la de los Omeyas de España. Como su nombre indica, este linaje desciende del de los grandes Omeyas de Siria, diezmado en el siglo IX. La dinastía Omeya en España fue sustituida después de su caída por diversos reinos independientes, los Reyes de Taifas (1031 - 1091), pero la producción artística en este período no difiere fundamentalmente tras este cambio político. Al final del siglo XI, dos tribus bereberes tomaron sucesivamente el poder en el Magreb y en España, entonces en plena Reconquista : los almorávides y los almohades del norte de África, que aportaron su influencia magrebí al arte. Sin embargo, los reyes cristianos fueron reconquistando la España islámica, que quedó reducida a la ciudad de Granada en el siglo XIV con la dinastía Nazarí, que consiguió mantenerse hasta el año 1492.
Técnicas del arte islámico
El urbanismo, la arquitectura y su decoración
La Arquitectura adopta muchas formas diferentes en el mundo islámico, a menudo en relación con la religión musulmana: la mezquita es una de ellas, pero la madrasa y los lugares de retiro son también edificios típicos de los países del Islam adaptados a la práctica del culto.
Los tipos de edificios varían mucho según los períodos y las regiones. Antes del siglo XIII, en la cuna del mundo árabe, es decir, en Egipto, en Siria, en Iraq y en Turquía, casi todas las mezquitas siguen el llamado plano árabe, con un gran patio y una sala de oración hipóstila, pero que varían enormemente en su decoración e incluso en sus formas: en el Magreb las mezquitas adoptaron un plano en «T» con naves perpendiculares a la qibla, mientras que en Egipto y Siria las naves son paralelas. Irán tiene sus propias especificidades como el uso del ladrillo y la decoración en estuco y cerámica, el uso de formas particulares a menudo tomadas del arte Sasánida como los Iwan ( porches de entrada abiertos por un gran arco ) y el arco persa. En España, hay más bien un gusto por una arquitectura coloreada con el uso de arcos variados ( de herradura, polilobulados, etc ). En Anatolia, bajo la influencia de la arquitectura bizantina, pero también debido a evoluciones específicas en el plano árabe en esta región, se construyeron las grandes mezquitas otomanas de cúpula singular y desproporcionada. En la India mogol los planos se fueron alejando gradualmente del modelo iraní, destacando mucho en sus edificios la cúpula bulbosa.
El arte y la literatura
Sin embargo, todo el arte islámico no es religioso, y los artistas también utilizaron otras fuentes, entre ellas la literatura. La literatura persa, como el Shahnameh, la epopeya nacional compuesta a principios del siglo X por el poeta persa Ferdowsi, los Cinco Poemas o Jamsa de Nizami en el (siglo XII), es también una fuente importante de inspiración para muchos motivos que se encuentran tanto en el arte del libro como en los objetos (cerámicas, tapices, etc ). Las obras de los poetas místicos Saadi y Djami también han dado lugar a muchas representaciones. El al-Jami tawarikh , o Historia Universal, compuesta por el visir Il-khanide Rashid al-Din a comienzos de siglo XIV ha sido la inspiración de numerosas representaciones en todo el mundo islámico.
La literatura árabe no es la única con representaciones; las fábulas de origen indio Calila y Dimna o el Maqamat de Al-Hariri y otros textos fueron frecuentemente ilustrados en los talleres de Bagdad o Siria.
La literatura científica, como los tratados de astronomía o mecánica también tienen ilustraciones
Arte Precolombino
Desde mi enciclopedia:
"Se llama precolombino el arte relativo a America con anterioridad al decubrimiento de Colón. Pero puede ampliarse el término temporal hasta que la acción de los conquistadores españoles, en el siglo XVI,
y el proceso de colonizacion hicieronque se extinguiera. Aquí se tata únicamente de la manifestaciones artísticas de las tres principales culturas americanas: mexicana, maya e incaica. Su estudio, a la fuerza somero en la presente obra, se halla relacionado de todo íntimo con la arqueología, que se enfrenta aún con su caso con arduos problemas."
El arte precolombino es la manera como se designa al conjunto de realizaciones artísticas e intelectuales como escultura, arquitectura, arte rupestre, cerámica, textil, metalistería y pintura realizadas en el continente americano durante el periodo precolombino en América. Este es el elemento principal que permite el conocimiento y reconocimiento de las civilizaciones precolombinas, la prueba de su nivel de desarrollo y la capacidad de transformación de su medio ambiente. Para literatura y poesía consultar poesía precolombina.
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Arte Japones
El Arte del Japón es una síntesis de las distintas culturas e influencias que han llegado a sus costas a lo largo del tiempo. En la antigüedad, Japón fue poblado por pueblos altaicos llegados del continente asiático y por otros de origen malayo polinésico venidos del sur. Debido a su insularidad, Japón ha estado aislado buena parte de su historia, pero a intervalos ha ido recibiendo la influencia de las civilizaciones continentales, sobre todo de China y Corea. Gran parte del arte producido en Japón ha sido de tipo religioso: a la religión sintoísta, la más típicamente japonesa, formada alrededor del siglo I, se añadió el budismo en torno al siglo V, forjando un sincretismo religioso que aún hoy perdura. El arte japonés será reflejo de estas distintas culturas y tradiciones.
Período Jōmon (5000 a. C.-200 a. C.)
Durante el mesolítico y el neolítico se fabricaron instrumentos de hueso y piedras pulimentadas, cerámica y figuras antropomorfas.
Período Yayoi (200 a. C.-200)
Desde el siglo I empezó a introducirse la civilización del continente, a causa de las relaciones con China y Corea. En esa época se difundió un tipo de sepulturas de gran tamaño con cámara y túmulo ornamentado con cilindros de terracota con figuras humanas y de animales. La cerámica se produce con torno.
Período de las antiguas tumbas (200-600)
Destacan las grandes sepulturas de los emperadores Ōjin (200-310) y Nintoku (310-399); junto a las tumbas aparecen joyas, armas, cerámica y unas figuras llamadas haniwa, de gran valor estético. En este período encontramos las primeras muestras de pintura japonesa (tumbas de Kyūshū, siglos V-VI; enterramiento real de Otsuka). En cuanto a arquitectura religiosa, cabe destacar el templo de Isa.
Período Asuka (552-646)
La llegada del budismo produce en Japón un gran impacto a nivel artístico y estético, con fuerte influencia del arte chino. Como edifico más destacable de este período hay que mencionar el templo de Hōryū-ji (607), representante del estilo Kudara. Las primeras imágenes de Buda fueron importadas del continente, pero luego se instalan en Japón gran número de artistas chinos y coreanos (Bodhisattva Kannon, obra del coreano Tori). La obra más importante de este período es el Kannon de Kudara (siglo VI), realizado por un artista desconocido. La pintura denota un gran sentido del dibujo, con obras de gran originalidad como el relicario de Tamamushi.
Período Nara (646-794)
En esta época tiene su apogeo el arte budista, continuando con gran intensidad la influencia china. Se conservan pocos ejemplos de arquitectura, generalmente construcciones monumentales: Pagoda del Este de Yakushi-ji, templo de Tōdai-ji, templo de Kōfuku-ji, Shōsoin de Nara. Obtiene gran desarrollo en escultura la representación de Buda, con estatuas de gran belleza: Sho Kannon, Buda de Tachibana, Bodhisattva Gakko de Tōdai-ji. Se encuentran también representaciones de espíritus guardianes (Meikira Taisho), reyes (Kamokuten), etc.
La pintura está representada por la decoración mural de Hōryū-ji (finales del siglo VII), por varios kakemonos y makimonos, historias pintadas en un largo rollo de papel o seda, acompañadas por el texto explicativo de las distintas escenas o sutras. En el Shōsoin de Nara se conservan pinturas de tema profano, con representaciones de plantas, animales, paisajes y objetos de metal. La cerámica experimentó un notable desarrollo debido a técnicas importadas de China, como el empleo de colores brillantes aplicados sobre la arcilla.
Período Heian (794-1185)
La iconografía budista tiene un nuevo desarrollo con la importación de dos nuevas sectas del continente, Tendai y Shingon. Aún así, la escultura sufre un ligero descenso en comparación con las épocas anteriores. Destacan las representaciones de Buda (Nyoirin-Kannon, el Yakushi Nyorai de Jingo-ji, en Kyoto), y algunas diosas sintoístas. Los severos cánones impuestos por la religión budista limitan la creación del artista y restan espontaneidad a la obra.
La arquitectura sufre un cambio en la planta de los monasterios, que se erigen en lugares apartados, pensados para la meditación. Los templos más importantes son el Enryaku-ji, el Kongōbu-ji y el santuario-pagoda de Muro-ji. Durante el período Fujiwara (897-1185), el templo vuelve a situarse en la ciudad, siendo centro de reunión de las clases dirigentes. Se construyen según el modelo de los grandes palacios, con una decoración muy desarrollada (monasterio de Byōdō-in, también llamado del Fénix).
Período Kamakura (1185-1333)
En esta época se introduce en Japón la secta zen, que influirá poderosamente en el arte figurativo. La escultura adquiere gran realismo, mientras que el artista encuentra mayor libertad creativa. Destaca la Escuela de Nara, con la figura más remarcada de Unkei: estatuas de los montes Muchaku, y Seshin, imágenes de los Kongo Rikishi o espíritus guardianes.
La arquitectura es más sencilla, más funcional, menos lujosa y recargada; la influencia zen provoca el llamado estilo Kara-yo. Destacan el conjunto de cinco grandes templos de Sanjusangendo (1266).
La pintura se caracteriza por un mayor realismo y por su introspección psicológica. Se desarrolla principalmente el retratismo (El monje Myoe en contemplación) y el paisajismo (La catarata de Nachi). En esta época se inicia la producción de la que será la cerámica más típicamente japonesa, destacando la figura de Toshiro.
Período Momoyama (1573-1615)
El arte de esta época se aleja de la estética budista, remarcando los valores tradicionales japoneses; su característica más remarcable es la grandiosidad del estilo. Asimismo, durante este período se reciben las primeras influencias de Occidente. Se construyen grandes castillos y palacios: palacio de Fushimi, castillos de Himeji y Osaka. En pintura, la escuela de Tosa continúa la tradición épica japonesa (Mitsuyoshi, Mitsunori). También destacan los nombres de Eitoku Kano, Sanraku Kano y Yusho Kaiho.
La cerámica alcanza un momento de gran apogeo; Seto continúa siendo uno de los primeros centros de producción. En la localidad de Mino nacen dos escuelas muy importantes: Shino y Oribe. También destacan la escuela de Karatsu y dos tipos de cerámica muy originales: iga y bizen. En la producción de laca destaca el nombre de Honami Kōetsu.
Período Edo o Tokugawa (1615-1868)
Este período artístico se corresponde con el histórico de Tokugawa, en el que Japón se cerró a todo contacto exterior. Los edificios más importantes son el mausoleo de Toshogu en Nikkō y el palacio de Katsura en Kyoto. También son características de esta época las casas de té (chashitsu).
Se desarrolla notablemente la pintura, que adquiere gran vitalidad. Destaca la figura de Tawaraya Sōtatsu, pintor de gran fuerza dinámica (Historias de Genji, La senda de la hiedra, Los dioses del trueno y del viento). Continúa su estilo Ogata Kōrin, uno de los más grandes artistas de Japón. Los pintores de la escuela de Kanō siguen siendo los artistas oficiales del gobierno. En Kyoto nace otra escuela fundada por Maruyama Ōkyo, que combina la técnica de la pintura china con el realismo de la pintura occidental, que conoce a través de grabados holandeses. A mediados del período aparece la escuela de Bunjinga, que dará varios artistas excepcionales: Hakuin, Sengai, Ikeno Taiga y Yosa Buson.
Época moderna
En el período Meiji (1868-1912) se inicia una profunda renovación cultural, social y tecnológica en Japón, que se abre más al exterior y empieza a incorporar los nuevos adelantos conseguidos en Occidente. La arquitectura presenta una doble dirección, la tradicional (templos de Heian Jingu y de Meiji, en Tokyo) y la de influencia europea, que incorpora las nuevas tecnologías (Museo Yamato Bunkakan, de Isohachi Yoshida, en Nara). También trabajan arquitectos extranjeros, como Frank Lloyd Wright (Hotel Imperial, Tokyo). Como representantes de la arquitectura japonesa contemporánea cabe destacar a Kenzō Tange (Centro de la Paz, Hiroshima) y Arata Isozaki (Museo de Arte de Kitakyūshū), autor también del Palau Sant Jordi en Barcelona.
La pintura también sigue dos corrientes, tradicional (Nihonga) y occidentalista (Yōga), aunque independiente de ambas descuella la figura de Tomioka Tessai. La pintura tradicionalista está representada por Shunsō Hishida, Taikan Yokoyama y Kanzan Shimomura. La pintura de corte europeísta sigue las distintas corrientes que se van produciendo en el arte occidental a lo largo del siglo XX: el grupo Hakubakai recoge la influencia impresionista; la pintura abstracta tiene como figuras principales Takeo Yamaguchi y Masanari Murai; entre los artistas figurativos destacan Z. Kojima, K. Wakita y S. Tokuoka. Algunos artistas se establecerán fuera de su país, como Genichiro Inokuma en Estados Unidos y Tsuguharu Fujita en Francia.
En escultura existe igualmente la dualidad tradición-vanguardia, destacando los nombres de Y. Kinuchi, G. Sato y T. Yamamoto, además de los abstractos M. Horiuchi, R. Mukai y Y. Mizui, este último afincado en Francia. También cabe citar la colaboración de Etsuro Sotoo en la decoración escultórica de la Sagrada Familia, en Barcelona.
Más recientemente, tuvo bastante renombre dentro del llamado arte de acción el grupo Gutai, que asimila la experiencia de la Segunda Guerra Mundial a través de acciones cargadas de ironía, con un gran sentimiento de crispación y una agresividad latente; destacan Jirō Yoshihara, Sadamasa Motonaga, Shozo Shimamoto, Saburō Murakami, Katsuō Shiraga, Seichi Sato, Akira Ganayama y Atsuko Tanaka.
Arte Indio
El arte de la India se caracteriza principalmente por ser un reflejo de la compleja sociedad India, multiétnica y multicultural. Asimismo tiene un carácter principalmente religioso, el arte sirve como medio de transmisión de las distintas religiones que han jalonado la India: hinduismo, budismo, islamismo, cristianismo, etc. También hay que destacar como rasgo distintivo del arte indio su afán de integración con la naturaleza, como adaptación al orden universal, teniendo en cuenta que la mayor parte de elementos naturales (montañas, ríos, árboles) tienen para los indios un carácter sagrado.
Uno de los hechos determinantes en la construcción de la cultura india ha sido la diversidad étnica de los múltiples pueblos que han ido llegando a sus tierras: desde los aborígenes de de tez oscura ancestros de los actuales vedas y dravidas, fueron llegando en sucesivas oleadas pueblos oceánicos, protomediterráneos mesolíticos, mongoloides, armenios, arios (1500 a. C.), persas y griegos (600-300 a. C.), partos y protomongoles (50 a. C.-300), hunos (siglos VI-VIII), árabes (siglos IX-XII), turco-afganos (siglos XIII-XV), turco-mongoles (siglos XVI-XVIII) y británicos (siglos XIX-XX). Esta mezcolanza de pueblos y culturas produce un arte de gran diversidad estilística y formal, conviviendo diversas tendencias artísticas según la región.
Arte maurya (siglo III a. C.)
La dinastía Maurya expulsó a los sucesores de Alejandro Magno de la India septentrional, ocupando todo el curso medio del Indo y la parte central de la península del Deccán. Cultura de religión budista, todo su arte gira en torno a la vida y enseñanzas de Buda. Como material de construcción la piedra sustituye al ladrillo, resultando edificaciones más duraderas que las de periodos anteriores. Los primeros vestigios los tenemos en los santuarios rupestres de Barābar y en el Palacio de Aśoka en Pātaliputra, con columnas aisladas (lāt) de gres pulido, con capitel campaniforme generalmente con un grupo animal esculpido en alto relieve.
El monumento característico de este periodo es el stūpa, túmulo funerario de carácter conmemorativo, generalmente recubierto de relieves con escenas de la vida de Buda. Destacan por su calidad y conservación los stūpas de Sānchi, Bhārhut y Bodh-Gayā. La arquitectura está íntimamente ligada a la naturaleza, con dos tipologías de edificios diferenciadas: el santuario (chaitia) y el monasterio (vihāra). El chaitya suele tener planta absidal tripartita y bóveda de medio cañón; la vihāra tiene planta cuadrada, alrededor de la cual se colocan las celdas de los monjes, con techo basado sobre pilares.
La escultura se desarrolla principalmente en los capiteles, con influencia persa en la representación de animales, y pese a un acentuado hieratismo destaca por su modelado y equilibrio de masas, que serán arquetípicos en la posterior escultura india. El alto relieve era más estático, mientras que el bajo relieve tenía carácter más narrativo, adornando las balaustradas (védikā) y las puertas (torana) de los stūpa.
Arte de Gandhāra (siglos III a. C.-I d. C.)
El arte de Gandhāra es de tradición grecobudista, con influencia helenística y sasánida, destacando por la representación directa de la imagen de Buda. Los monasterios están compuestos por santuarios, celdas y salas de reunión, como el de Takht-i-Bahi, cerca de Peshawar. Evoluciona la tipología del stūpa: la cúpula domina un alto tambor cilíndrico colocado sobre una base cuadrada; buen ejemplo es el de Kanisha, en Peshawar.
Arte de Mathurā (siglos I-IV)
Se localiza en la ciudad de Mathurā, situada en la cuenca superior del Ganges, desarrollando una importante escuela artística que se difundirá por el resto de la India e influenciará al arte gupta. Nos han llegado pocas representaciones de este periodo debido a la destrucción producida por la invasión islámica. El estilo Mathurā mezclaba elementos tradicionales indios con motivos grecorromanos: cabe destacar la serie de marfiles del ajuar de una princesa hallados en Begram.
Arte de Amarāvati (siglos II-III)
La región de Amarāvati se sitúa en el valle inferior del río Kistna. Coetáneo del de Mathurā, también tiene influencia grecorromana, como lo demuestra los restos hallados en Virapatnam (Pondicherry).
Al igual que los estilos anteriores, sus obras principales son monasterios y stūpas, destacando el gran stūpa de Amarāvati, de 50 metros de altura. La escultura se caracteriza por una composición centrada y personajes agrupados sin espacios vacíos, con una peculiar sonrisa en los rostros femeninos. Reinterpretan los estilos anteriores creando un lenguaje ecléctico; Buda es representado a veces con aspecto humano y a veces como símbolo.
Arte gupta (siglos IV-VIII)
La época gupta es la más arquetípica del arte indio, la época clásica por excelencia. Es la época de expansión total del budismo, de la creación de los grandes sistemas filosóficos (Vedānta) y de la literatura dramática (Kālidāa). Su arte es una evolución de los estilos anteriores, caracterizado por el purismo formal, la armonía de proporciones y la idealización de la figura humana. Sus ejemplos más característicos son los grandes santuarios rupestres o vihara (Ajantā, Aurangabad, Ellorā, Elephanta) y los templos al aire libre (Ter, Chezarla, Bhitargaon, Bodhagaya, Sānchi, Deogarth, Sirpur). Destaca especialmente el santuario de Ajantā, con un conjunto de 30 cuevas que aglutinan todas las manifestaciones artísticas: arquitectura, escultura y pintura; 16 de estas cuevas están decoradas con magníficas pinturas murales, como el famoso Bodhisattva del loto azul. En los frescos de Ajantā se aglutinan el antiguo naturalismo hindú con el misticismo del budismo mahāyāna.
El arte gupta se extendió por casi todo el Deccán: los Chālukya lo emplearon en los templos de Ahiōlē y Bādāmi (550-750), y los Pallava lo pusieron de manifiesto en su complejo arquitectónico-escultórico de Mahābalipuram, cinco templos monolíticos con gigantescas estatuas y un gran relieve de 30 metros de largo por 10 de alto. A estos estilos se les suele denominar "posgupta".
Arte hindú (siglos IX-XII)
Durante este periodo perviven los estilos anteriores, acentuando las formas brahmánicas. El tipo de santuario más difundido es el sikhara, como el de Udaipur. La arquitectura se divide en dos tipologías: el edificio cubierto y la pirámide, característico del arte drávida (vimāna de Tanjore, siglo XI), y el edificio con tejado curvilíneo (templos de Gujarāt y Kāthiāwār).
En las regiones montañosas se encuentran templos monolíticos, que repiten las formas tradicionales. Entre los siglos X-XI se produce el arte de Khajurāhō, que se puede considerar la culminación del arte indoario por la elegancia de sus templos y la escultura que los adorna. En Orissā, en la parte nororiental de la India, se desarrollan nuevas tipologías arquitectónicas, que convierten los sikhara y los vimāna en representaciones arquitectónicas de los dioses hindúes, como en Bhubaneshwar y Kōnārka.
En la India septentrional continúa el estilo Pallava; la escultura conserva el carácter monumental de los periodos anteriores.
Arte islámico (siglos XII-XVIII)
La invasión musulmana, que tiene su culminación en el Imperio Mogol, provoca una gran convulsión en la sociedad india y, por tanto, en su arte. A las formas tradicionales se añaden elementos característicos del arte islámico, con nuevas tipologías como la mezquita. Este sincretismo artístico se manifiesta en construcciones como las mezquitas de Lahore y Delhi y en las sepulturas de Agra, sobre todo en al famoso Taj Mahal (siglo XVII). Estas construcciones se distinguen del arte islámico puro por su sentido de la masa y de la decoración plástica. El arte tradicional hindú tiene su manifestación en la escuela miniaturista de Rajput, donde vivía una comunidad jainista que creó un arte que tuvo gran difusión en Occidente, plasmado en un conjunto de templos y esculturas de mármol con incrustaciones de piedras de colores, decorados con gran preciosismo.
A partir del siglo XII la escultura se realiza más en bronce que en piedra, destacando las representaciones del dios Śivá en actitud danzante; después serán caraterísticos los retratos de guerreros y cortesanos, tradición que llegará hasta el siglo XVIII.
La arquitectura de finales de este periodo evoluciona cada vez más hacia formas más complejas, con gran riqueza decorativa, en la que se podría denominar una fase "barroca" del arte indio (aunque sin hacer paralelismos con el barroco europeo).
Arte contemporáneo (siglos XIX-XX)
La ocupación británica supuso la proliferación de un estilo colonial que aportó al arte indio los lenguajes estilísticos europeos. Tuvo bastante repercusión la influencia del arte francés, sobre todo por la presencia de militares franceses que asesoraban a los majarásh indios en su lucha contra los ingleses en los primeros años de ocupación, como podemos percibir en Nagpur, Baroda y Hyderabad. La conquista británica trajo un estilo colonial bastante parecido al realizado en Estados Unidos: Catedral de San Juan, Calcuta (1787), Ayuntamiento de Bombay (1855), fuerte de San Jorge (Madrás).
El siglo XIX se caracterizó por el empleo de un estilo neogótico victoriano, sobre todo en edificios oficiales. Hasta finales de ese siglo no hubo un cierto renacimiento de la arquitectura india: Victoria Memorial Hall, Calcuta (1912), edificio de Correos de Bombay, planificación urbanística de la nueva capital, Nueva Delhi. El siglo XX supuso la apertura a tipologías más universales, abriéndose el arte indio a las formas de vanguardia, como se puede apreciar en la intervención de arquitectos extranjeros como Le Corbusier en Chandigarh y Bangalore.
Actualmente la India está viviendo un auge en el campo de la creación emergente y las artes plásticas contemporáneas. En 2007 en total eran trece los creadores indios que se encuentran en la lista de los 500 artistas de postguerra más cotizados. Algunos de los nombres que destacan son Subodh Gupta, Francis Newton Souza, Anju Dodiya, Shibu Natesan, Ravinder G. Reddy, Raqib Shaw, Syed Haider Raza, Tyeb Mehta y Jitish Kallat, entre otros. El artista hindú más cotizado es el escultor Anish Kapoor, que entre julio de 2006 y junio de 2007 acumuló unos beneficios totales en subastas de 6.440.150 euros, con 24 lotes vendidos. Paralelamente, el panorama galerístico está experimentando un fuerte auge en los últimos años. Centralizado en Nueva Delhi y Bombay, cuenta sin embargo con interesantes establecimientos en otras ciudades como Bangalore o Kolkata, donde surgen constantemente galerías jóvenes y centros de arte independientes.
Arte Chino
Desde los orígenes de la historia china se crearon objetos en bronce, jade y hueso, que recogieron el espíritu y efecto buscado en los rituales chamanistas.
Estas formas en bronce y jade muestran por primera vez uno de los principios esenciales del arte chino: la síntesis entre el espíritu creador artístico y la función social y jerárquica a la que estaban destinados desde su concepción. El primero de ellos se mostraba en la exquisitez de las formas, en el origen de los temas decorativos tomando como paradigma las fuerzas de la naturaleza y su acción sobre el espíritu humano, y en el gran conocimiento técnico de los materiales que ha caracterizado todas las formas artísticas.
Como complemento tanto la diversificación de las formas como la iconografía con la que se adornaban correspondían a los principios de jerarquización social y uso ritual que caracterizó los inicios de la civilización china con la Dinastía Shang y la Dinastía Zhou. En esta última dinastía surgen las escuelas de filosofía que profundizando sobre la relación del individuo con su entorno y la consideración social del mismo, establecerán los fundamentos teóricos sobre los que siglos más tarde se desarrollaría la teoría china del arte.
Nos referimos fundamentalmente al taoísmo y el confucianismo, sino por ello afirmar que existe una clara división entre lo que algunos consideran arte taoísta como manifestación disgregada de un supuesto arte confuciano.
El trazo y la pincelada en el arte chino
Es cierto que la poesía, pintura y caligrafía representan todas ellas a través del pincel, la esencia misma del pensamiento artístico taoísta, pero no hay que olvidar que incluso estas artes sublimes tuvieron su función social, su jerarquización y en consecuencia participaron del pensamiento confuciano.
Estas eran el arte con mayúsculas,=o reservado a una clase intelectual formada en los clásicos, y la tradición, donde se reconocía y valoraba al artista y la obra de arte en su unidad y no como producto social. Desde la primera escritura tratada artísticamente y convertida en arte de la caligrafía por Wang Xizhi en el siglo IV d.C. hasta los últimos heterodoxos de la Dinastía Qing, los pintores Zhuda y Shitao, la caligrafía, pintura y poesía han estado unidas en unos mismos principios técnicos y estéticos.
Los instrumentos básicos -tinta, papel, pincel y tintero-,la formación clásica, y la búsqueda del ritmo, espontaneidad y expresividad basados en el trazo, la pincelada y el vacío han sido los elementos comunes a partir de los cuales se han desarrollado diacrónicamente a lo largo de los siglos.
La palabra, el carácter es considerado como una imagen, como la abstracción de una idea y concepto, y la imagen pictórica en la que se reconoce tanto a un carácter como a un paisaje se lee como una palabra, fusionándose así el pensamiento artístico en poesía-caligrafía-pintura.
El gusto por los materiales en el arte chino
Junto a este sentido conceptual de las obras plásticas y literarias, el arte chino se ha recreado a lo largo de su historia en los materiales. Con ellos se han creado objetos para los ritos (bronce, jade, cerámica), objetos diseñados para embellecer la vida cotidiana (cerámica, laca, seda, madera) y grandes obras destinadas a perpetuar un sistema social tanto en el presente como en las vidas posteriores (escultura, arquitectura, cerámica).
Algunos de estos materiales mencionados se desarrollaron de una manera casi única en un contexto histórico determinado, mientras que otros se adoptaron a nuevos usos y formas. Así observamos que el bronce y el jade son característicos de las dinastías Shang y Zhou, ligados siempre al ritual y a la representación social.
La laca y la seda coinciden en asociarse con el momento histórico de expansión política y cultural del imperio chino durante la dinastía Han (206 a. C.- 220 d.C.), siendo también los primeros materiales sobre los que se diseña pensando únicamente en la belleza del objeto y no en su uso ritual.
A partir del reinado de Qin Shi Huang (220-206 a. C.) la cerámica, cuyas primeras formas aparecieron en el Neolítico sirviendo en muchos casos de referencia a las formas en bronce, adquiere un mayor valor al realizarse con ella la reproducción del gran ejército imperial con el que el emperador quiso proteger bajo tierra su mausoleo.
A partir de entonces, la cerámica (arcilla, terracota, gres y porcelana) se vuelve, gracias a la capacidad de organización laboral de los centros alfareros, las innovaciones técnicas y la habilidad de los artesanos en el material más versátil y polisemántico de todos.
Desde la sencillez del barro cocido y pintado el alfarero chino ha sido capaz mediante la aplicación de vidriados y técnicas decorativas y el control de la cocción una inmensa variedad formal y tipológica, capaz de satisfacer todos los gustos y necesidades.
Los ajuares funerarios impulsaron el desarrollo cerámico al demandar la reproducción en cerámica de los bienes y personas que habían acompañado al difunto.
Arquitectura China
La arquitectura china se caracteriza por distribuir el espacio en unidades rectangulares que se unen para formar un todo. El estilo chino combina rectángulos de diferentes tamaños y en diferentes posiciones de acuerdo con la importancia de la organización del conjunto: utiliza el Feng Shui. Se distinguen claramente los distintos niveles y elementos. El resultado es un aspecto exterior impresionante, pero al mismo tiempo dinámico y misterioso.
En la arquitectura tradicional china, la distribución de las unidades espaciales se rige por los principios de equilibrio y simetría. El eje constituye la estructura principal. Las estructuras secundarias se sitúan a ambos lados del eje formando el patio central y las habitaciones principales. Tanto las viviendas como los edificios oficiales, templos y palacios se ajustan a este principio fundamental. En la distribución del espacio interior se reflejan los valores éticos y sociales de los chinos.
En las viviendas tradicionales, por ejemplo, las habitaciones se asignan según la posición de cada persona en la jerarquía familiar. La cabeza de familia ocupa el cuarto principal, los miembros de mayor edad de la familia de éste viven en la parte de atrás y los más jóvenes, en las alas izquierda y derecha; los más mayores en la izquierda y los más jóvenes en la derecha.
La arquitectura china se caracteriza también por el uso de una estructura de vigas y pilares de madera y un muro de adobe que rodea tres de los costados del edificio. La puerta y las ventanas principales se sitúan en el frente. Los chinos llevan usando la madera como uno de sus principales materiales de construcción desde hace miles de años. La madera representa la vida y ésta es la principal idea que la cultura china, en sus múltiples manifestaciones, trata de comunicar. Esta característica ha llegado hasta nuestros días.
Arte Romano
Las primeras manifestaciones del arte romano nacen bajo el influjo del arte etrusco, enseguida contagiado del arte griego, que conocieron en las colonias de la Magna Grecia del sur de Italia, que Roma conquistó en el proceso de unificación territorial de la península, durante los siglos IV y III a. C. La influencia griega se acrecienta cuando, en el siglo II a. C., Roma ocupa Macedonia y Grecia.
Hasta cierto punto puede pensarse que el arte de Roma es una imitación y ampliación del arte griego, y por supuesto del arte etrusco, pero el espíritu que animó a los artistas romanos es totalmente diferente de aquéllos. La Roma conquistadora y urbanista trató de unir al sentido estético griego, el carácter utilitario y funcional que sus obras requerían.
Desde el punto de vista cronológico, el arte romano se desarrolló con bastante homogeneidad y autonomía desde el siglo III a.C hasta el siglo V de nuestra Era. Siguiendo las etapas que su devenir histórico marca, destacan al menos la República, hasta el año 27 a. C., y el Imperio, que se extendió desde los tiempos de Augusto hasta la caída de Roma en manos de los bárbaros en el año 476 después de C.
A causa del profundo centralismo ejercido por Roma sobre sus provincias en todos los aspecto de la vida, se originó un arte muy uniforme sin que pueda hablarse de escuelas provinciales, al menos durante la época imperial. No obstante, dada la amplitud del Imperio y su constitución en diferentes momentos, no existe una contemporaneidad cronológica, pues en zonas donde el arte helenístico está más consolidado sus formas artísticas están mucho más evolucionadas que en las provincias más tardíamente incorporadas a la cultura romana.
La arquitectura romana es probablemente un testimonio significativo de la civilización romana. Se caracteriza por lo grandioso de las edificaciones, y su solidez que ha permitido que muchas de ellas perduren hasta nuestros días. La organización del Imperio Romano normalizó las técnicas constructivas de forma que se pueden ver construcciones muy semejantes a miles de kilómetros
Órdenes de la arquitectura romana
La arquitectura romana adaptó los tres órdenes griegos y el llamado etrusco modificándolos y añadiéndoles otra forma de capitel que se definió por los arquitectos renacentistas con el nombre de orden compuesto. De esta suerte, se cuentan cinco órdenes, a saber:
- el orden toscano o etrusco que permanece básicamente igual.
- el orden dórico romano que eleva su columna a dieciséis módulos, adorna su collarino o garganta, añade un talón al ábaco, tiene el astrágalo en forma de junquillo que rodea al fuste y debajo de la corona de la cornisa lleva dentículos o mútulos. Esta última diferencia le constituye respectivamente en las variantes de dórico denticular y dórico modillonar, según los arquitectos del renacimiento.
- el orden jónico romano, que adorna más su capitel que el griego, reduce la magnitud de sus volutas, suprime en ocasiones el astrágalo y eleva la altura del fuste.
- el orden corintio romano, se ostenta más florido aún que el griego y en él abunda, sobre todo, la hoja de acanto. De ésta, lleva dos o tres series el capitel, dobladas hacia adelante y además de los dentículos admite series de modillones adornados para sostener la cornisa.
- el orden compuesto, que llegó a ser el predilecto de los romanos no difiere del corintio sino en engarzarse más los adornos y en alguna modificación accidental del capitel: éste se constituye por hojas de acanto sin calículos y con cuatro volutas que salen por encima del cuarto de bocel de modo que parece compuesto de jónico y corintio.
La arquitectura romana adoptó con frecuencia la superposición de un orden arquitectónico a otro diferente en un mismo edificio, quedando el más sencillo y robusto debajo del más elegante y delicado, según es de notar en el grandioso Coliseo romano.
Fueron modelos de dichos órdenes en Roma:
- el Templo del Capitolio y el Foro Romano, del toscano
- el Templo de Marte y el Teatro de Marcelo, para el dórico
- parte del Teatro de Marcelo, el Templo de la Fortuna viril y el de la Concordia para el jónico
- el Panteón de Agripa y el Templo de Antonino y Faustina, en el corintio
- el Arco Triunfal de Tito y de Vespasiano y el de Septimio Severo, en el orden compuesto
- el Coliseo de Vespasiano de tres órdenes a la vez: dórico, jónico y corintio
La escultura en la Antigua Roma, lo mismo que la arquitectura, es original en el espíritu de su finalidad, pero en ella pesan mucho las aportaciones formales etruscas y griegas (helenísticas), siendo de hecho buena parte de la producción escultórica romana copia de originales griegos.
Se conservan muchas esculturas romanas, hechas preferentemente en mármol y en menor medida en bronce u otros materiales (marfil, etcétera), si bien parte de ella está dañada, con partes rotas. Son frecuentes el retrato y el relieve histórico narrativo, en los que los romanos fueron grandes creadores. Hay también muchas esculturas de emperadores romanos.
La escultura romana clásica comenzó con el saqueo de Siracusa en el 212 a. C. durante la Segunda Guerra Púnica con Cartago. Siracusa, un rico puesto avanzado de la civilización griega en la isla de Sicilia, fue minuciosamente saqueado y la mayoría de sus magníficas esculturas helenísticas fueron llevadas a Roma, donde reemplazaron a las antiguas de estilo tradicional etrusco. Los romanos admiraban el estilo helenístico, y finalmente talleres de todo el mundo griego (especialmente de Asia Menor) proveyeron las estatuas sin las que ninguna villa patricia estaba completa.
Los artistas griegos se establecieron en Roma después de que Grecia fuera conquistada en el 146 a. C., y muchos de ellos empezaron a producir copias de esculturas griegas, que eran populares en Roma. Esta escuela helenística reprodujo los modelos de Praxíteles, de Lisipo y obras clásicas del siglo V a. C. En esta escuela «Neoática de Roma» destacó entre otros el escultor Pasiteles, originario de la Magna Grecia, aunque convertido en ciudadano romano. Fue famosa la recopilación que hizo en un catálogo de las esculturas más famosas del mundo. Como escultor se le atribuyen un Júpiter en oro y marfil y numerosas obras en bronce.
Los retratos de esta época republicana, influidos por la plástica etrusca, son de un penetrante realismo y dureza expresiva, aunque no exentos de un cierto idealismo, destacando en este sentido los retratos de los emperadores Augusto (que le retrataban como un hombre joven, a pesar de que era mayor) y Pompeyo.
Durante la época del emperador Trajano, el arte de las provincias orientales del imperio empezó a tener más influencia en la escultura romana.
Uno de los últimos ejemplos de la escultura romana a escala monumental es el friso del Arco de Constantino.
Relieves
El relieve consistía en esculpir formas tridimensionales poco profundas sobre superficies planas. Se usaban en trabajos arquitectónicos como columnas, arcos y templos. Un ejemplo de este tipo de escultura sería el Ara Pacis (‘Altar de la Paz’), construido en torno a 13–9 a. C. El Ara Pacis era un monumento a la Pax Romana (‘Paz Romana’), 200 años de paz y prosperidad propiciados por el emperador Augusto.
Otro ejemplo de escultura en relieve sería la Columna de Trajano, fechada en torno a 106–133 y adornada con escenas de las batallas de Trajano en una espiral continua que gira sobre la columna, así como la Columna de Marco Aurelio, modelada a partir de la anterior.
Esculturas exentas
Entendiendo como tales las que no formaban parte de una construcción, como estatuas y similares, fueron destruidas en su mayoría durante la invasión bárbara o la reconstrucción cristiana. El mármol fue quemado para obtener cal y el bronce fundido para otros propósitos (por ejemplo, munición). Un ejemplo excepcional de una pieza que se ha conservado es la estatua ecuestre de Marco Aurelio, fechada sobre 161–180. La leyenda cuenta que la imponente conducta del emperador libró a la pieza de la destrucción. Aunque realmente se libró de la destrucción a manos de los cristianos porque lo confundieron con el emperador Constantino que fue quién convirtiéndose al cristianismo, impuso esta religión como la oficial del Imperio. Las estatuas solían situarse comúnmente en los templos, los baños públicos o el foro de la ciudad (el centro social y comercial de la misma).
Retratos
Los retratos esculpidos solían ser bustos de romanos famosos. Los sujetos de estas esculturas incluían varios patricios y especialmente emperadores, múltiples copias de la cuales circulaban por todo el imperio. La retratos esculpidos romanos personificaban las virtudes cívicas y sentaron las bases para los retratos públicos europeos y americanos modernos. Un ejemplo muy conocido es el busto del emperador Constantino el Grande.
Los orígenes de la pintura romana se confunden con los de su escultura y de tal modo se hallan en el arte helenista que aun los ejemplares que de ella se conservan, sobre todo, los mejores, se atribuyen hoy a mano griega si bien la escuela llegara por fin a romanizarse. Los romanos admiraban la pintura griega tanto como la escultura, y animaban a los artistas que trabajaban para ellos a hacer copias de obras griegas especialmente famosas o populares. Los romanos tendían más que los griegos a decorar sus paredes con pinturas murales, y aunque siguen la tradición griega, muestran en sus pinturas un gran colorido y movimiento. Las pinturas, con figuras individuales, grupos o paneles enteros, se reproducían, se adaptaban, estropeaban o embellecían según el talento de los artistas y las exigencias del cliente.
Estilos
Se han distinguido varios estilos pictóricos bien diferenciados, y aunque se suceden cronológicamente, a veces pueden coexistir.
Primer estilo o de incrustaciones
Tiene origen helenístico y corresponde al siglo II a. C., extendiéndose hasta principios del siglo I a. C. Destaca por su decoración de paredes rellenas de mármol, donde la pared se divide normalmente en tres bandas horizontales. La inferior juega el papel de zócalo, la zona media se descompone a su vez en diversas capas de mármol, y la superior consta de un friso corrido generalmente blanco que completa la representación. Los mejores ejemplos de este tipo de pintura se encuentran en la Casa del Fauno de Pompeya.
Segundo estilo o arquitectónico
Corresponde al siglo I a. C., perviviendo hasta los comienzos del Imperio. Muestra un deseo de abrir los muros a una cierta idea de la perspectiva con el propósito de ofrecer una sensación de profundidad. Para lograr esto incluye las denominadas arquitecturas pintadas sobre entablamentos, columnas, ventanas o nichos, que conducen a un paisaje imaginario. Los mejores ejemplos son la casa de Augusto y la de Libia.
Tercer estilo u ornamental
Coincide con la primera mitad del siglo I. En esta fase desaparecen los efectos espaciales arquitectónicos, y la decoración sigue enmarcando cuadros con figuras o paisajes, como los de la villa aparecida bajo la Farnesina en Roma. Hay una menor preocupación por dar profundidad a las escenas, aumentando por el contrario los elementos de carácter decorativo, como ocurre por ejemplo en la casa de Lucrecia. Por no pretender fingir el espacio tridimensional, a este estilo también se le ha llamado de la pared real"
Cuarto estilo o del ilusionismo arquitectónico
Corresponde a la segunda mitad del siglo I a. C., siendo una especie de síntesis de las tendencias anteriores, dominadas por una escenografía fantástica donde se combinan los motivos imaginarios y las perspectivas arquitectónicas, dentro de lo que podíamos llamar barroquismo conceptual, donde se acentúan los espacios y fingimientos ópticos. A estas pinturas se les da relieve por medio de estucos. Dentro de este período se sitúa la casa de los Vetti, donde se aprecian algunos rasgos del mundo egipcio, y en la que destacan sus pinturas por las delicadas escenas con figuras de amorcillos. Pero sin duda, el mejor ejemplo lo encontramos en los frescos de la Villa de los Misterios de Pompeya.